#EmpresauriosEnAcción

Sin saber muy bien lo que iba a pasar, el otro día nos dio por lanzar este tuit al proceloso internet:


Pues bien, en menos de 48 horas ya habíamos recibido casi 300 respuestas, además de tuits con el HT #EmpresauriosEnAcción. Mientras escribimos esto, continúa el goteo de historias que son de lo más variado pero que juntas componen un desolador fresco costumbrista de la realidad laboral de los tiempos que corren. A la vez, también nos regalan un troppo vero retrato robot del empresaurio en las múltiples formas en que se manifiesta, siempre soberbio y despótico, cuando no directamente criminal.

El resultado es similar al engendro que saldría si fuera posible hibridar a Torrente, Leopoldo II, Biff Tannen, el Sr. Burns, Esperanza Aguirre y Terrence Fletcher, añadir varios kilos de heces fecales, batir el resultado con garbo y dejar macerar una semana al sol de agosto.

 


 

Una cosa que tenemos clara es que solo en muy contadas ocasiones se trata de auténticos psicópatas. En una aplastante mayoría de casos se trata de personas de las que su vecino dirá que siempre saludaba, amigos de sus amigos, que les gusta pasear por el parque y que se emocionan viendo cómo Schindler se niega a seguir la lógica de su sociedad para hacer el bien. Pero que luego llegan al trabajo, entran en lo que Primo Levi llamó la “zona gris”, y se someten a una jerarquía en la que, si no se comportan así, son ellos quienes se van a la calle. No son psicópatas, es lucha de clases. Parafraseando a un tipo listo, son personas que “pierden su empleo si no cumplen con eficiencia su tarea. Eso y nada más que eso. No son monstruos extraordinarios, no vamos a regalarles esa grandeza”.

Hemos dividido los tuits por categorías. Hay patrones que se repiten, actitudes estandarizadas y algunas salvajadas que ponen los pelos de punta. Ahí van:

VICTIMISMO

Al empresaurio le encanta venderse como el motor necesario para que el mundo siga girando gracias a que crea empleo. Aparte del clásico “esto no es una ONG”, que repite hasta la saciedad para justificar que es un explotador de mierda, se pone especialmente gracioso cuando se presenta a sí mismo como víctima de las circunstancias:

 

 

CHANCHULLEOS

A pesar de que, como hemos visto, se considera a sí mismo como un héroe para la sociedad sin el cual nada funcionaría, a su vez le suele gustar hacer truquitos para ahorrarse euros, ya sea a costa del erario público o del trabajador:
 

 

RACISMO

Si bien al empresaurio le da exactamente igual la nacionalidad de sus vasallos a la hora de explotarles, siempre le gusta publicitar su racismo para que se note que se ha comprado el kit del cabroncete opresor con todos los módulos:

 

HOMOFOBIA Y TRANSFOBIA

Para completar el kit mencionado anteriormente es imprescindible ridiculizar también orientaciones sexuales e identidades de género no normativas:

MACHISMO

Al empresaurio macho le encanta estar en un puesto superior para ejercer su poder patriarcal sobre las mujeres. A través de la autoridad que la jerarquía laboral confiere al jefe sobre sus subordinadas, el machote empresaurio aprovecha para propasarse, hacer comentarios y valoraciones de mierda que nadie le ha pedido etc. Todo eso que hace el machirulo de normal, pero con más impunidad si cabe. Si total, no es para tanto:


PERMISOS Y BAJAS

Si hay algo que saca de quicio al empresaurio es que sus empleados sean seres humanos. La fotocopiadora no se pone mala. Si se le acaba el tóner, se cambia, y si se estropea del todo, se tira. Un recurso no humano no se cansa y no protesta.

En cambio las personas —los recursos humanos— tienen el vicio de ser defectuosos de serie; se cansan, se ponen malos, tienen familia que les necesita, tienen proyectos vitales no consistentes en hacer la pelota a un imbécil…

 




MATERNIDAD

En el caso de las embarazadas, los dos puntos anteriores se entremezclan de manera explosiva. Las mujeres tienen la posibilidad de quedarse embarazadas solo para escaquearse del curro y así fastidiar a la empresa. Llama la atención que hay mujeres que en puestos de mando ejercen esta presión sobre sus subordinadas siguiendo la brillante máxima de “si yo me jodo, tú no vas a ser menos”. Ojo a la obsesión que demuestran sin reparo, muy a menudo directamente desde la entrevista:


RIESGOS LABORALES

Teniendo la suerte de poder trabajar para él, el empresaurio no comprende que sus empleados estén siempre tan preocupados por su propia integridad física. Otro punto a favor del material de oficina sobre las personas. ¿Me pide guantes de seguridad la fotocopiadora? ¿Necesita casco el ordenador? ¿A que no?:


AUTOLEGISLACIÓN

Si todo lo anterior molesta al empresaurio, no digamos ya los convenios colectivos, el Estatuto de los Trabajadores, la Constitución, la Declaración de DDHH, los convenios de Ginebra… Todo eso son trabas que se ponen al emprendedor en su denodado y altruista esfuerzo por crear riqueza. Veamos algunos ejemplos de legislación alternativa salida de gónadas emprendedoras:



¡QUÉ FEO ES VIVIR!

Está claro que la vida de las personas es un obstáculo para el crecimiento empresarial. Tener aficiones, amigos, familia o ganas de irse a casa después de currar son cosas que los trabajadores hacen aposta para joder al empresario. Si no, no se explica que se quieran ir a su hora, que se vayan de  vacaciones, que no estén deseando trabajar en fin de semana, que quieran tomar un café con los compañeros, que hablen entre sí como si fueran personas en lugar de máquinas de carne y hueso…:

Mención especial para Silvia, que fue despedida rastreramente por participar en el documental Ciutat Morta:

DESHUMANIZA, QUE ALGO QUEDA

Consciente de las evidentes ventajas de la maquinaria sobre las personas, al empresaurio le gusta ir limando todo lo que de humano hay en sus empleados para deshumanizarlos y convertirlos en máquinas que manejar a su antojo. De ahí la larga y espeluznante retahíla de prohibiciones absurdas y actitudes empresauriales humillantes que nos ha llegado:



LIBERTAD SINDICAL
 

Vamos viendo cómo el empresaurio tiene que enfrentar todo tipo de peligrosos enemigos en su lucha por la libertad*: Embarazadas, enfermos… Llegamos al monstruo final. Su contrincante más farragoso y aborrecible: el sindicalista. Una persona que conoce sus derechos, los ejerce, informa a sus compañeros, no le ríe las gracias, no se acojona con amenazas, se organiza con otras personas… ¿alguien ha oído hablar de un engendro más espantoso y repugnante?:

*De empresa.**

**De la suya.


HUELGAS

Huelga decir que la palabra “huelga” es la criptonita del empresario. Los piquetes son aquelarres de vagos y maleantes que reprimen el tan cacareado por tontulianos y esquiroles “derecho a trabajar en día de huelga”, que no hace falta que esté recogido en ningún lugar porque ya lo proclama a los cuatro vientos el empresaurio, que hace siempre lo que quiere y su palabra es la ley. Las perlas que aparecen a continuación no tienen nada de coacciones, no. Son amables invitaciones a la normalidad y a la convivencia pacífica. Vean:


AMENAZAS, ACOSO, AGRESIONES

Lo que más le mola al empresaurio es su sensación de impunidad. No en vano tiene detrás a todo un ejército de tontulianos, gobiernos, tontólogos del libre mercado, coaches predicadores de la coachambre moral del emprendimiento, medios de incomunicación y demás, jaleándole como gran ejemplo para la sociedad. Por eso no escatima en amenazas, acoso y agresiones cuando se trata de poner orden en sus dominios:



POCOS DIENTES SALTAN EN LOS DESPACHOS


Llegamos a la última tanda. Aquí incluímos las sobradas que, pudiendo quizás figurar en otras categorías, implican tal dureza facial que haría palidecer al kevlar en una prueba de estrés. Que empiece el festival:



RECETAS ANTIEMPRESAURIO

¿Y qué hacemos contra esta jauría de sinvergüenzas cuyo único objetivo en la vida es exprimir a sus subordinados hasta la última gota? Pues la respuesta es sencilla pero compleja: organizarse.


Si ante cualquiera de las salvajadas que hemos visto en esta encuesta todos los compañeros hubieran actuado solidariamente; si ante cualquier despido todos los trabajadores parasen hasta la readmisión inmediata; si cada huelga tuviera un seguimiento masivo; si cada agresión supusiera una respuesta colectiva, no habría pañales suficientes para tanto empresaurio acojonado.


Solo una muestra. Un empresaurio que no quiere “oír hablar de convenios ni de sindicatos”. Se pasa de listo. Siempre lo ha hecho y siempre le ha salido bien, por lo tanto, cree que no tiene nada que temer. Pero da con un empleado que no solo conoce sus derechos, sino que además los defiende colectivamente con compañeros y compañeras. Lean:

http://cgtinformatica.org/content/c%C3%B3mo-dar-una-lecci%C3%B3n-un-empresaurio-inform%C3%A1tico-caso-pr%C3%A1ctico

Pues así siempre.


¿Quieres contactar con la Coordinadora de Informática de CGT? Puedes hacerlo aquí, si lo prefieres puedes seguir nuestros perfiles de Twitter y Facebook. Aquí tienes info de cómo afiliarte.