#AmayaReadmision: Cuando la lucha sindical y antidesahucios juntan fuerzas

La mayor parte de los desahucios son el final de un proceso que comienza con un despido. La imposibilidad de encontrar un nuevo trabajo termina por sepultar a las personas bajo la exclusión social en todos los ámbitos fundamentales: alimentación, medicinas, ropa, vivienda, suministros (luz, agua, gas). Las necesidades coditianas se convierten en una pesadilla que sin el apoyo solidario y la autorganización serían imposibles o difícilmente superables.

Esta realidad no se ha plasmando, sin embargo, de forma contundente en la lucha directa y conjunta de los movimientos sociales y los movimientos sindicales. La dificultad para tender puentes entre movimientos como StopDesahucios y los sindicatos de clase han sido varios: por un lado la costumbre de "poner el sello" en los carteles y en la forma de enfrentar el conflicto y la poca agilidad de reacción de los sindicatos.

 

Por otro la negativa de los movimientos sociales a participar en acciones en las que los sindicatos fueran "con sus banderas" incluso cuando la organización de la convocatoria fuera horizontal y "desde abajo". Ello tiene fuertes razones intrínsecas a la necesidad de independencia de los movimientos sociales que se ven además alimentadas por una actuación desde los partidos y sindicatos institucionales que tratan de apoderarse, absorver, encorsetar y finalmente rentabilizar en votos la lucha autónoma de los barrios y los colectivos, así como una vez obtenido el rédito electoral, proceder a desactivar todo aquello que quede fuera de sus intereses.

El pasado mes de mayo se realizó una pequeña pero importante acción de visibilización del movimiento laboral también dentro del 15M; sin duda, con menos repercusión -tal vez- que otras acciones que se gestan dentro de este movimiento. Activistas de colectivos diversos hicimos un simbólico escrache a la patronal CEOE en el céntrico barrio de Salamanca en Madrid. En la organización de dicha acción participamos movimientos y sindicatos de clase tomando todas las decisiones en asamblea.

Recientemente el caso de un despido en uno de los sectores más precarizados (Telemarketing) de una persona que acababa de ser desahuciada, volvió a dar impulso y mostrar la necesidad de unir ambas luchas que normalmente actúan por separado a pesar de estar tan íntimamente relacionadas: la lucha contra los despidos y la lucha por el derecho a una vivienda digna.

Están claros los problemas que hay que superar, con los que estamos lidiando integrantes de organizaciones sindicales que vemos la necesidad de un trabajo común, aportando agilidad y dejando de lado dejes y "tics" pero sin renunciar en ningún momento a un ideario político y social o a la autonomía de los espacios donde se toman las decisiones.

Los éxitos que se pueden lograr tendiendo una red de apoyo mútuo entre personas trabajadoras en situación de acoso o despido, despertando a su vecindario ("Vecina despierta, desahucian en tu puerta"), o alentando a los trabajadores de esa y otras empresas relacionadas son apabullantes.

 

No significa por ello que vaya a ser una fórmula infalible; pero igual que el apoyo frente a una comisión judicial que va a desahuciar a una persona puede suponer alargar el plazo meses o incluso años, o que la presión de un grupo de personas en una sucursal bancaria puede lograr un alquiler social, una dación en pago o la condonación parcial o total de una deuda inasumible y da una segunda oportunidad a personas que de otro modo se verían excluidas de por vida, del mismo modo que una huelga bien organizada puede salvar cientos o miles de trabajos y evitar así esta muerte civil que supone el despido y el desahucio.

Concentración frente al centro de trabajo de Konecta #AmayaReadmisión

Pero todo esto sólo se puede lograr gracias a las redes de asambleas y grupos de trabajo de vivienda, y un sindicalismo alejado de los intereses de la oligarquía. Así, la presión que en un centro de trabajo se ejerce pasa no solo a realizarse por los propios trabajadores de una determinada empresa o sector, sino que se amplifica haciendo que la desobediencia y la solidaridad se extienda más allá de los círculos de presión comprometidos y alcance a personas solidarias, vecinas, amigas, desconocidas que pueden ayudar a lograr una readmisión, evitar que la policía te eche violentamente de tu casa o poner fin a una situación de acoso laboral.

Escrache frente a la puerta de un empresaurio. Sant cugat. Agosto 2013

Ya hemos comprobado con nuestra acción a pie de calle que un ruidoso piquete en la puerta del lujoso chalet de un empresario acosador puede facilitar una negociación. Una acción pacífica en el interior de una empresa para intentar nivelar la injusta negociación entre un trabajador y la empresa puede ser un escenario nuevo y muy útil. Lo vimos, también, con el despido de la compañera Amaya. Reunir una concentración de 200 personas en unas oficinas situadas en un polígono del extrarradio de Madrid una tarde, con un frío helador, fue el fruto del trabajo de muchas organizaciones, colectivos y sindicatos.

Esta deseable confluencia entre lo sindical y lo social no sólo debería realizarse sino que ya ha sido recorrido en el pasado como, por ejemplo,pone de relive la Huelga de Alquileres a principios del siglo pasado http://www.sindominio.net/etcetera/REVISTAS/NUMERO_40/Barcelona1.htm

Queda muchísimo camino. La precariedad a la que nos han llevado las sucesivas reformas laborales ha cerrado las vías de negociación entre trabajadores y empresa. A día de hoy la única herramienta que queda contra un expediente de Despido Colectivo es la huelga de los trabajadores de la empresa.

 

La próxima reforma que está preparando el gobierno es para desactivar la poca organización sindical que queda. Todo derecho que pueda molestar al sistema capitalista está siendo eliminado a golpe de porrazo y decreto ley.

Es necesario que los movimientos sociales y sindicatos de clase busquemos vías de colaboración que ayuden en la lucha contra los despidos y, en concreto, contra los desahucios, por una vivienda digna, por un trabajo estable, por una vida donde los derechos fundamentales sean una realidad y no una promesa electoral que siempre se pospone.

Es sólo el principio...es hora de actuar