Érase que se era una era de pos verdades y pobrezas energéticas, cuando llamar a las cosas por su nombre era arriesgado hasta el límite de llevarte a la cárcel y donde robar y asesinar (sobre todo si se hace institucionalmente) se convirtió en lo habitual.
El doble pensar y el Ministerio de la Verdad están funcionando a pleno rendimiento y no sólo desde el Estado y su prensa, afín toda ella, se practica de forma habitual, sino que casi cualquiera y casi cualquier organización practica intensamente la manipulación sistemática de los hechos, el maquillaje histórico, contando con que la gran masa aborregada consumista tiene una memoria corta y no se preocupará de revisar las hemerotecas.
Una organización nos ha regalado un análisis del “estado de las cosas” tan absurdo que si nos lo leemos sin criterio y nos lo creemos a pies juntillas podríamos tener la tentación de salir a la calle, coger el bus, cambiar de barrio, buscar una marisquería y abrazar a un dirigente de CCOO para consolarlo por lo mal que lo está pasando y “qué mala es la sociedad que no nos quiere”.
Memeces. Las cosas son bastante simples, aunque para entenderlas hay que ser trabajador, proletario, clase baja, y haber sufrido todas las “reformas” que los sucesivos gobiernos nos han regalado para bien del capital. Desde un cómodo despacho se pueden realizar sesudos y equivocados análisis que no resisten ni el más mínimo contacto con la realidad… y ya. Los ejercicios de distorsión histórica han de ejecutarse cuando han muerto todos los testigos (para que no protesten) o lanzarlos teniendo como base un sistema autoritario y represivo completo donde no hay forma sencilla de encontrar la verdad (a todo llegaremos, pero aún no).
Vamos, que todavía quedamos testigos vivos de los desmanes de los pobres “Sindicatos”, o más bien “Sindicatos concertados”, porque son dos quienes actúa así (CCOO y UGT), y algún otro parásito que se les une de vez en cuando.
Muchos de nosotros hemos vivido y sufrido en nuestras carnes qué es lo que llama “Sindicalismo” la organización CCOO: pactos.
Pactos para permitir reformas laborales que han dejado el panorama actual de pobreza en la clase trabajadora. ¿Dónde estaba CCOO mientras se creaban esas reformas? Haciendo huelgas de un día y sacando las banderitas para hacer la foto, y ya.
Pactos en las empresas, pactos para despedir trabajadores con EREs, ERTEs y demás. Es casi una tradición: una empresa plantea un ERE, CCOO se sienta a negociar, salen un día con alguna bandera a la calle, y se firma el despido de 2000 empleados el último día. ¿Qué trabajador va a pensar que CCOO les representa?
Sindicatos que trabajan para boicotear las iniciativas que pudieran tener otros y derrotar las movilizaciones, lo que supone un triunfo para ellos, haciendo un buen trabajo para la causa empresarial y desactivando cualquier otra iniciativa que pueda suponer una defensa real de los derechos laborales.
Afortunadamente no todos los sindicatos son como esas organizaciones de “sindicatos concertados” y la clase trabajadora comienza a darse cuenta. La reacción puede ser violenta, sí, y los escraches a traidores duelen… pues no seas un traidor, oye.