A continuación os reproducimos un correo que hemos recibido en nuestro formulario de contacto de una carta enviada a los trabajadores y trabajadoras de Sadiel en un tono claramente amenazante y coaccionador.
Reclamando a la plantilla su sacrificio para que la empresa gane más dinero (4.5m € limpios en 2010 según consta en datos públicos), que la cosa está muy malita.
Todo ello a horas de la asamblea de trabajadores donde se decidirán medidas contra los despidos y recortes de derechos realizados por una empresa y accionistas lanzados a la codicia de la precarización y empobrecimiento de sus trabajadores.
Nos abstenemos de comentar la hipocresía existente en estas líneas: Esclavos, aquí teneis vuestros grilletes, sonreid a la cámara y sobretodo, mucha ilusión, mucha ilusión.
 
CARTA DE PRESIDENCIA A LOS EMPLEADOS DE SADIEL.
	  ENERO 2012
	La información a los componentes de una empresa, empleados, directivos y 
	accionistas, es básica. Todo el mundo debe conocer su situación, sus 
	perspectivas y el rumbo que lleva. Ese es el objetivo de las cartas de 
	presidencia, informar a todos de los planteamientos y criterios con que se 
	conduce la nave donde viajamos.
	Un paso previo y obligado para conocer la situación de la empresa es 
	reflexionar sobre la de España. Es el ámbito donde nos movemos, en él se 
	desarrollan nuestros contratos y nos advierte de la situación por la que 
	atraviesan nuestros clientes tradicionales. Volviendo al símil del navío, 
	no es igual conducir un barco por aguas tranquilas con el viento a favor que 
	hacerlo en medio de una galerna.
	No os descubro nada nuevo si os digo que España está muy mal. La 
	administración pública padece graves problemas presupuestarios, debe mucho 
	dinero y tiene prohibido endeudarse más. Nos aguardan años en que el sector 
	público, tanto en los organismos centrales como en los autonómicos, 
	recortará brutalmente sus gastos, reducirá plantilla, demandará menos 
	servicios y los exigirá mucho más baratos. De hecho esa ha comenzado a ser 
	la tónica en el 2011. La coyuntura pública actual puede calificarse de 
	estado de emergencia.
	La economía privada pasa también por una situación angustiosa. España 
	tiene:
	•        cinco millones de parados,
	•        millones de familias sin ningún ingreso,
	•        una losa hipotecaria colectiva que asfixia a todas las economías,
	•        un cierre masivo y continuado de empresas incapaces de competir,
	•        la mayor parte de sus empresas activas excesivamente endeudadas,
	•        un crédito escaso,
	•        una actividad económica ralentizada cuando no paralizada.
	•        y mucha dificultad para alumbrar nuevos proyectos.
	La banca y las compañías de utilities, donde se encuentran los principales 
	clientes de productos TIC, contratan menos y lo hacen a precios mucho más 
	apretados que los que ofrecían en época de bonanza.
	Las empresas tecnológicas deben enfrentarse a esa situación con 
	inteligencia si quieren seguir a flote. Si pretenden que todo siga igual que 
	antes, como si nada ocurriera a su alrededor, se equivocan gravemente. 
	Aspirar a eso es ingenuo e irresponsable. Hay menos contratos, están peor 
	pagados, y los competidores recortan costes y trabajan más y mejor para 
	ganarnos en los concursos.
Para tener un futuro asegurado no existe otra alternativa que la de luchar 
	con inteligencia y hacer sacrificios. Si no se aceptan y se exige vivir como 
	en el 2010, la empresa no será viable y no habrá porvenir para nadie. En 
	cambio, si se adopta una nueva actitud, adecuada a los tiempos, se tendrá un 
	mañana. No hay otra alternativa que la de luchar todos, empleados, 
	directivos y accionistas, codo con codo, como una sola persona, con el 
	convencimiento de que se puede superar la adversidad y triunfar.
	Y eso, aunque parezca contradictorio, debe venir acompañado de ilusión. 
	Nadie es más feliz que quien se enfrenta a una grave dificultad y la vence.
	  Cuando AYESA se hizo cargo de la gestión de SADIEL, a primeros de Junio de 
	2011, el panorama en la empresa no se parecía en nada al que ofrecía en el 
	2010. Las pérdidas en el primer semestre de producción, contratación, 
	margen y tesorería eran alarmantes. Había que afrontar rápidamente un plan 
	para cortar la hemorragia, adaptar la compañía a la nueva situación del 
	mercado, cambiar el signo de la tendencia y prepararnos para salir adelante 
	con garantías del triunfo futuro.
	Las primeras consecuencias de esas medidas urgentes han sido esperanzadoras. 
	Este año SADIEL no ha tenido el beneficio de los tiempos de bonanza, pero 
	tampoco pérdidas. Se ha contratado de forma importante, se han abierto 
	nuevos mercados y su nombre ya es conocido en América Latina. Todo parece 
	indicar que si hacemos las cosas bien, nos aguarda un futuro de éxito, 
	crecimiento y trabajo.
	Porque, en contra de lo que dicen algunos, no es verdad que se deba renunciar 
	al estado del bienestar. Simplemente hay que recuperarlo ganándolo a pulso. 
	Nuestra obligación no es solo convertir a SADIEL en una empresa rentable con 
	las nuevas circunstancias, la debemos transformar también en una empresa 
	líder, competitiva y prestigiada. Si lo hacemos, tendremos nuestro bienestar 
	asegurado y crearemos además riqueza y puestos de trabajo para gente que 
	ahora no tiene nada y confía en nosotros.
	SADIEL puede y debe vencer a la crisis porque tiene productos, gente muy 
	válida, y un plan para capear el temporal. ¿Cuál es el plan diseñado para 
	sortear los escollos del mar embravecido por el que navegamos? Se ha 
	elaborado por gente muy experta en vencer crisis anteriores. Pero puede ser 
	fácilmente comprensible desde el sentido común. Busca los siguientes 
	objetivos:
	1. Reducir gastos de estructura. Para ser competitivos no se puede tener una 
	cabeza excesiva sobre los hombros de la gente, ni personal cruzado de brazos 
	mientras que los productivos se parten el alma.
	2. Reducir gastos generales. Debemos ser una empresa austera.
	3. Ampliar el mercado. Hay que buscar nuevos clientes que sustituyan la 
	pérdida de volumen de los actuales. Y eso hay que hacerlo en España y el 
	extranjero. Sudamérica debe ser el mercado natural de una SADIEL que habla 
	español y tiene productos para administraciones públicas que quieran 
	modernizarse.
	4. Fomentar la competitividad, con una retribución incentivada por 
	objetivos, que premie al que más contribuye a la economía de la empresa.
	5. Poner a la empresa en beneficios. Una empresa en pérdidas no es viable ni 
	recibe el apoyo de los bancos.
	6. No es época de que los accionistas se lleven dividendos a casa. Deben 
	invertirlos, creando o comprando nuevas empresas para ampliar los campos de 
	actividad de SADIEL en nuevos mercados, desarrollar nuevos productos y buscar 
	sinergias con las otras compañías del grupo.
	7. Adaptar el horario a las necesidades de una empresa globalizada.
	8. Reunificar la ubicación de puestos de trabajos de forma que los 
	directivos trabajen junto a sus equipos. Hay que ser una piña.
	9. Crear productos nuevos, mejores que los de la competencia.
	10. Ofrecer al mercado una imagen sólida de SADIEL, de empresa potente, 
	entregada y capaz, para que los clientes puedan depositar su confianza en 
	ella porque les ofrece garantías de cumplimiento y eficacia.
	Para desarrollarlo con éxito y alcanzar los objetivos que garanticen la 
	viabilidad de la empresa hace falta el concurso de todos. Este es un barco 
	que compite en la dura olimpiada de la supervivencia y precisa de la 
	dedicación y entrega de todos sus remeros. Quien escurre el bulto, o rema a 
	contracorriente, traiciona a los demás.
	Desgraciadamente, existe una minoría que, descontenta con el cambio, no 
	quiere darse por enterada de la situación de la economía española donde 
	nos movemos. Sus manifestaciones públicas, exigiendo mantener a toda costa 
	una situación imposible en la coyuntura actual, pueden dañar mucho a 
	SADIEL. Estar desacreditando permanentemente a la compañía en los medios de 
	comunicación y en las redes sociales, insultar a sus accionistas y mostrar 
	la imagen de gente poco solidaria con el resto del país, exigiendo 
	privilegios en medio del drama nacional, es lanzar un torpedo contra la 
	línea de flotación del barco que nos sustenta.
	Si creen que atacando en público a la presidencia están favoreciendo el 
	mañana de los trabajadores, se equivocan. Lo único que hacen es crear una 
	imagen negativa de SADIEL, que aparece en los medios como empresa incapaz de 
	adaptarse a los nuevos tiempos. Ellos sabrán los intereses que les mueven 
	cuando traicionan a sus compañeros destrozando un prestigio que es básico 
	para tener la confianza de los clientes, que son quienes nos dan de comer.
	A pesar de ello, ninguno de los responsables vamos a eludir nuestra 
	obligación. En nuestras manos tenemos el futuro de SADIEL y actuaremos con 
	decisión, dedicación y honestidad en busca de un mañana de bienestar que 
	nadie tenga que regalarnos sino que hayamos conseguido con el esfuerzo de 
	todos.
	Y cuando triunfemos, que triunfaremos, podremos contar a las nuevas 
	generaciones la epopeya de cómo SADIEL venció a la crisis y se convirtió 
	en una de las líderes globales de la tecnología. Y eso, no será mérito de 
	los accionistas, sino simplemente vuestro.