José María Horrillo López del Rey, marqués de Vivanco, es el dueño de Marktel, dedicada al negocio del telemárketing. En esta empresa no se respetan los mínimos derechos democráticos, y se suceden las presiones y las amenazas a los delegados sindicales que no se pliegan a los deseos del marqués.
La inspección de trabajo ha sancionado a Marktel a pagar miles de euros por acosar a los delegados sindicales que no rinden pleitesía al dueño del cortijo.
Mientras el señor marqués se hace fotos para rentabilizar en términos de imagen cada euro que dona a las iglesias de su marquesado, su empresa Marktel hacía caja con despidos masivos. Evidentemente, Marktel no es la única empresa que ante la mínima dificultad, en vez de mejorar su organización e innovar su tecnología opta por lo fácil, por despedir.
Al amparo del enorme desequilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado de trabajo la empresa está aprovechando el miedo de los trabajadores a perder su empleo para intentar acabar con una de las pocas armas de defensa que les quedan a los trabajadores de Marktel, los sindicatos. En los ultimos meses los ataques más o menos sutiles y las amenazas contra los sindicalistas de la empresa no han dejado de sucederse.
El señor marqués tiene el dudoso gusto de presentar su cortijo, la empresa Marktel, llevada a punta de látigo, como una empresa “con responsabilidad social”. Quizá el marqués de Vivanco tiene una concepción particular de la responsabilidad social, que incluye los despidos masivos y la persecución de los delegados sindicales que no le besan el anillo.
O quizá José María Hornillos haya encontrado una máxima que le lava la conciencia y justifica tanta contradicción: que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda.