Si en los 90 trabajar en el sector tecnológico era promesa de un buen sueldo y un cierto status elitista, a principios del 2000 ya se convirtió en algo bastante más difícil tras una primera cadena de EREs. En la década de 2010 la foto ya es la de la desregulación de condiciones laborales, miles de despidos de trabajadores con sueldos dignos y una precarización e inseguridad ampliamente extendida por todo el sector.
Esta evidente depauperación ha llevado al conocido efecto rebote asociado. Aún conviviendo con el gérmen interiorizado del individualismo y el déficit de conciencia obrera, el sector ha vivido un 2012 convulso: varios días de huelgas en diferentes consultoras como Sadiel con amplios seguimientos, una lucha sostenida en HP contra los despidos, mayor participación en las 2 jornadas de huelga general e incluso una huelga indefinida en Capgemini que consiguió la retirada total de una bajada salarial colectiva, en un contexto de asambleas donde la plantilla exigió a sus comités medidas contundentes más allá de las propuestas.
Lo que el sindicalismo combativo ha estado intentando durante años en el sector, lo está acelerando el empobrecimiento desbocado: Concienciación y movilización colectiva.
2013 va a ser un año mucho más convulso: las agresiones de consultoras, muchas veces con responsabilidad directa de Bancos y multinacionales clientes, se están multiplicando mes a mes. En enero hemos vivido una segunda huelga indefinida, esta vez en Alten, cerrada en falso en buena medida por una variable que no puede obviarse: El papel del sindicalismo de la concertación, reflejo de un pasado servil y sumiso.
El papel de federaciones sindicales con vínculos muy cercanos con las diferentes empresas , sumado al escaso convencimiento en la lucha de muchas secciones sindicales, están siendo el auténtico dique de contención de descontentos muy generalizados en el sector.
La comodidad del mecanismo del mal menor (susto o muerte, votad esto o nada cuando no queda tiempo de más) es usado una y otra vez. Este año, y los que vendrán, es el momento de la incorporación del sector informático a las luchas obreras, con el plus de presencia en uno de los sectores claves de las sociedades del siglo XXI.
En un momento histórico en que mal menor supone escoger el color de la lanza que te ha de atravesar, la esperanza está en saber canalizar la energía existente y conseguir victorias tangibles o luchas ejemplares.
Subir el nivel de conciencia y solidaridad que genera el propio conflicto. Y, especialmente, que los miles de trabajadores frustrados por la conducta pactista en la derrota de algunas federaciones sindicales no escupan sobre el sindicalismo y la organización obrera, sino que pasen a engrosar las filas del sindicato combativo que prefieran. Algo que ya está sucediendo.
Artículo en colaboración con En Lluita