Meses de movilizaciones ininterrumpidas han asentado al 15-M como el actor social más relevante de oposición a los recortes sociales y agresiones del capitalismo neoliberal. Las causas de su aparición, lejos de reducirse, se están incrementando más y más comportándose como un auténtico combustible para el conflicto social.
El futuro a corto plazo se adivina con mayores recortes, mayor Crisis, mayor movilización. Mayor represión.
Estas palizas las ve todo el mundo
Smartphones. Twitter. Facebook. Online. Estas palabras significan un antes y un después en la extensión y conocimiento de la represión por parte del gran público.
Jamás las cosas volverán a ser como antes. Todo porrazo, toda carga, toda cabeza abierta de un porrazo por simplemente protestar puede y será difundida a millones de personas. El monopolio de la comunicación por parte del Poder económico ha muerto, de momento.
La credibilidad mediática oficial ha sufrido un duro golpe desde la ola de protestas surgidas con el 15M: A mayor tergiversación en televisión, declaraciones públicas o diarios, mayor descrédito ante el contraste difundido gracias a las redes sociales. El pulso de Internet 2.0 ganaba claramente a los tradicionales medios. Incluso ante la impresionante y unánime campaña de criminalización posterior al intento de bloqueo del Parlament de Catalunya, el resultado fue la manifestación más numerosa en Barcelona desde la guerra de Irak, apenas 4 días después. La versión no oficial llegó a muchos y desmontó las patrañas de la oficial.
El próximo movimiento del Poder: La guerra mediática 2.0.
Todo movimiento social para ser reprimido a discreción necesita de su aislamiento previo, criminalización y consentimiento mayoritario.
Hace unos días, Felip Puig anunció que la Brigada de Antidisturbios de los Mossos (BRIMO) llevará incorporada cámaras en el casco que grabarán las acciones en una manifestación. La identificación en el chaleco no.
“En el mundo digital actual", reflexiona el máximo dirigente de los Mossos, "todo el mundo puede filmar y todo el mundo puede colgar las imágenes en las redes, creo que la policía también debe poder disponer de estos mecanismos".
La Policía Nacional cuenta también con perfiles en todos las redes sociales.
Ya no se pueden fiar de los medios de comunicación, sobretodo porque les zurran también, ahora junto a las crónicas oficiales saben que tienen que aportar el soporte gráfico que contrarrestre las escenas grabadas por los manifestantes. El tipo de material será indudablemente aquél que fortalezca su posición y criminalice la del contrario: primeros planos sacados de contexto, escenas que insinúen violencia y un largo etcétera que legitime la acción policial, sea ésta como sea. En ese momento intentarán que dé igual lo que se filme o filtre desde la manifestación y que el máximo de personas posible ‘piense’: “Algo habrán hecho para que les sacudan”.
El Sindicato Profesional de la Policía ofreció a los medios de comunicación un material gráfico adjuntado a su versión de los hechos de las cargas realizadas en las JMJ, comunicado reproducido por Agencias. El autor del vídeo desmintió ese montaje ya que omitía las agresiones previas sin provocación realizadas por los antidisturbios.
La guerra mediática contribuirá a la criminalización y a la pérdida de energía en absurdos debates internos. Por otro lado, generará ruido en la opinión pública desviando la atención al montaje visual en lugar de los motivos de la protesta, sus causas y la necesidad de rebelarse.
Sea como sea, unos puntos están claros: El sufrimiento social y las agresiones se incrementarán, las movilizaciones también y con ellas la represión. Su intento de legitimación copiará los usos de las redes sociales en que tan bien se mueve el 15-M, pero amplificando su efecto mediante los medios de masas a su servicio.
La guerra mediática 2.0 ha comenzado.
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