La CGT debatirá la creación del sector de Informática - TIC

Hoy parece que la tecnología informática lleva toda la vida con nosotros. Quien más quien menos lleva un teléfono en el bolsillo con mayor capacidad de cálculo que todos los ordenadores que pusieron a los primeros seres humanos soviéticos o estadounidenses en el espacio. En nuestras casas, trabajos y hasta en los locales sindicales y ateneos tenemos potentes ordenadores con pantallas TFT, conexiones a internet que nos permiten descargar una película en menos de lo que tardamos en verla y un largo etcétera de tecnologías.

 

Sin embargo el avance tan rápido y continuado nos hace olvidar que esa tecnología no lleva con nosotros más que unos pocos años. Hace falta recordar que la primera versión popular de Windows, la 3.1, no nació hasta 1992, que el móvil más popular, el Nokia 3210, se puso a la venta en 1999, que el primer móvil con Android se comercializó en 2009 o que el primer navegador gráfico de Internet (el NCSA Mosaic) no llegó hasta 1993.

 

La informática llegó al sector empresarial como una herramienta para hacer funcionar las empresas. Tardaría muchos años en convertirse en un sector productivo independiente. Los primeros informáticos trabajaban en el mantenimiento y mejora de los mainframes, enormes ordenadores a los que trabajadores de la empresa se conectaban mediante “terminales tontos”. Esta tecnología, ya completamente extinta salvo en grandes fábricas, tampoco comenzó hace tanto.

 

Los primeros centros de datos montados por empresas como IBM (Industrial Bussiness Machines), Telefunken, Siemens y otras no hicieron su aparición hasta mediados de los años 60. Y así seguiría hasta bien entrados los 90. Hasta esa década las “empresas de informática” como IBM, HP, Olivetti y otras clásicas (ver “La informática en España” de Mateo Valero, por ejemplo) se dedicaban a la fabricación de las máquinas y estaban por tanto encuadradas en el sector del Metal. Será la irrupción de la informática de consumo de la mano del IBM OS/2 y, sobre todo, de Microsoft con su Windows 3.1 y Apple con su Macintosh la que cambiaría este escenario en dos sentidos: por un lado ampliaron el mercado ya que a partir de los 90 cualquier Pyme podía permitirse tener computadoras, y por otra parte porque las grandes empresas empezaron a externalizar los servicios informáticos.

 

El sector informático en España, como todo en España, llega tarde, mal y a rastras. No es un sector puntero de producción de hardware y software. La primera empresa puramente española del sector de venta de ordenadores es Investrónica, una filial de El Corte Inglés, que lo único que hace para lograr fama y fortuna es ser importador exclusivo en la España de 1986 de los ordenadores Sinclair británicos. No se da tampoco un Microsoft o un IBM. Las empresas de consultoría informática, suerte de ETT’s especializadas en el sector tecnológico, crecen como las moscas en la mierda a partir del año 1998. La crisis de las “punto com” en el 2000, que aquí por llegar, llega tarde, hace estragos en el sector que no vuelve a tener una fuerte subida de puestos de trabajo hasta un par de años después.

 

Estamos, pues, hablando de un sector que tiene menos de 20 años reales. Es decir, un sector que surgió en España dos décadas después de que fueran redactados los estatutos de la Confederación General del Trabajo. Desde entonces el sector ha pasado de la casi inexistencia a sumar, datos del INE de 2013, más de 50.000 empresas y casi 400.000 trabajadores alcanzando un volumen de negocio de 80.000 millones de euros.

 

En CGT los informáticos también hemos crecido, como el sector, de la nada a la situación actual en muy poco tiempo. Hace 8 años la CGT solo estaba presente en dos empresas del sector y la afiliación de informáticos, principalmente encuadrados en Metal y Oficios Varios, no superaba las 30 personas. Hoy estamos rozando el 10% de la representatividad del sector y hay sección sindical constituída en la práctica totalidad de las principales empresas del ramo.

 

Estamos afiliados un millar largo de personas y contamos con 27 secciones activas que mantienen la iniciativa sindical del sector: convocando huelgas indefinidas de amplio seguimiento, ganando conflictos mediante la movilización y extendiendo un modelo de confrontación y apoyo mutuo que incrementa el prestigio de la organización. Esto ofrece un modelo sindical alternativo al entreguismo.

 

Es evidente la realidad del sector TIC, la envergadura y experiencia de la afiliación y secciones sindicales así como la representatividad de las mismas, hacen necesario que nuestra organización reconozca dicha existencia para dotar las herramientas necesarias que permitan, aún más, incrementar la acción sindical y crecimiento; vertebrándolo como corresponde.

Pero no hay que reinventar la confederación ni derribar muros o tender complicados puentes para hacer efectivo un nuevo sector industrial en la CGT. Las personas que trabajaron en la redacción de los estatutos confederales tuvieron una providencial cautela y amplitud de miras al escribir lo siguiente en el artículo 23:

 

Ante la posibilidad de surgimiento de un nuevo sector o ramo no encuadrado entre las Federaciones arriba mencionadas, será el Comité Confederal reunido en Plenaria ordinaria quién decidirá sobre el reconocimiento del nuevo sector como tal, y/o la constitución de la Federación correspondiente, de forma provisional hasta el siguiente Congreso ordinario.

 

De esta manera, aunque en el principio del artículo se listan los sectores que en ese momento estaban reconocidos, alguno de los cuales probablemente nunca ha llegado a contar con un sindicato propio en toda la confederación como es el de “Madera y corcho”, se deja abierta una puerta a la inclusión de nuevos sectores productivos.

Pensamos que ha llegado el momento de que las y los informáticos afiliados a la CGT demos el paso adelante de organizarnos en un sector propio, que tomemos la iniciativa en un mundo empresarial que ha fomentado el individualismo y lastrado la actividad sindical. Consideramos fundamental que la confederación nos de la posibilidad de organizarnos y responder a la realidad de nuestro sector de aquellas formas que sabemos, porque lo llevamos sufriendo años, que son efectivas y necesarias.

 

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